Enrique de Lausana

1139),[5]​ tenía similitudes con otras de la época, especialmente con la petrobrusiana, de la que se considera continuación y difusión con algunas modificaciones;[2]​ pero también con la valdense (posterior, desde 1177) o con la albigense (anterior, desde 1012).

Se hacía preceder por un hombre que portaba un gran báculo rematado por una cruz de hierro.

Sus oponentes insistieron en señalar la inconveniencia de sus predicaciones sobre moral sexual y castidad, incompatible con la doctrina marital católica impuesta en la reforma gregoriana (en concreto con el celibato eclesiástico) y con instituciones sociales como los matrimonios concertados y el pago de la dote.

La condena no impidió a Enrique seguir predicando por ciudades como Poitiers y Burdeos, donde coincidió probablemente con Pedro de Bruys (muerto en 1131).

En 1145, las autoridades religiosas locales del mediodía francés, preocupadas por la difusión que alcanzaban sus predicaciones, solicitaron la intervención de Bernardo de Claraval, que persuadió al conde de Sant-Gilles para que le retirara su apoyo (versatur in terra vestra sub vestimentis ovium lupus rapax[13]​ -"se halla en vuestra tierra bajo vestimentas de oveja [siendo] un lobo rapaz"-), con lo que Enrique fue finalmente capturado y condenado a prisión para el resto de sus días, en 1148, en el concilio de Reims,[14]​ por el papa Eugenio III.

[17]​ Entre los teólogos modernos que le hacen referencia estuvo el puritano inglés William Wall (History of Infant Baptism, 1705),[18]​ que consideraba a Enrique de Lausana y a Pedro Bruys como los primeros predicadores antipedobaptistas (opuestos al bautismo de los niños -véase también anabaptismo-); de hecho, identificaba a petrobrusianos con enricianos.