Confeccionó unas treinta esculturas, para la exhibición como arte público, ubicadas entre otros paìses, además de México y Canadá, Estados Unidos, Cuba, Inglaterra, Nueva Zelanda, e Israel.
Un año más tarde, en 1969-1970, ofreció el MUCA como sede para el II y III Salón independiente.
[cita requerida] En 1970, se lleva a cabo la muestra Cultura envoltura/No desperdicie, eduque, que sirvió “para sacudir la atmósfera de temor, depresión e incluso cierta parálisis que se dejaba sentir en la Universidad a raíz de la represión y matanza del 68”.
Para 1978, terminó su gestión en el MUCA y retomó sus procesos artísticos personales, donde se une al grupo conformado por Mathias Goeritz, Manuel Felguérez, Federico Silva, Sebastián y Hersúa, con quienes diseña el Espacio Escultórico, del cual la propia Helen diría: Además de su participación colectiva en el Espacio Escultórico, Helen Escobedo tuvo una participación individual con la escultura monumental llamada Coatl, la hecha con 20 marcos de vigueta de hierro en diferentes tonalidades que van del amarillo al rojo y representa la serpiente que tiene como hábitat el pedregal.
Ambas son obras donde el espectador puede ser parte de ellas mismas, su función recae en la función que el propio espectador quiera darles, de esta manera se integra en un ambiente que le pertenece.
Para Beatriz Zamorano, Helen Escobedo “no sólo quiere pasar a la historia por ser autora de una obra si bien propositiva, estática, quiere intervenir el material para hacerlo funcional, porque las estructuras tubulares […] deben servir para que los niños jueguen, toque, agarren y trepen en una simbiosis lúdico-plástica.”[17] Helen Escobedo parece no haber entrado en debates ideológicos sobre su postura podría llamarse feminista o no, sin embargo, su práctica como artista revela una afinidad contundente con la forma de comprender lo femenino como una de sus preocupaciones centrales.
Me preocupa el público, quiero que los niños vengan y se metan en mis ambientes.
"Helen Escobedo, junto con su esposo, adquirieron la conocida como "Casa-Cueva" construida por el artista plástico mundialmente reconocido Juan O'Gorman, quien la habitó durante 16 años y la vendió a la pareja con el compromiso por parte de ellos de nunca demolerla, lo cual acabaron por incumplir y finalmente la destruyeron en su totalidad para construir una casa ordinaria desde el punto de vista arquitectónico.