Tomó inmediatamente medidas para garantizar la seguridad del condado.
Guillermo trabó alianzas con varios nobles vasallos del obispo que estaban descontentos con él.
[5] Al año siguiente, el obispo consiguió formar un nuevo ejército enrolando a mercenarios extranjeros.
[6] Por su parte, Guillermo arrasó el castillo de Nieveld.
En ese momento, Zweder de Montfoort, que hasta entonces había sido partidario del obispo, se declaró a favor del conde.
El obispo, viéndose abandonado por sus vasallos, solicitó la paz que fue acordada.
[9] Acabado este asunto, Guillermo marchó a Inglaterra para allanar algunas dificultades que subsistían desde la época en la que su madre Margarita había cedido a Eduardo de Inglaterra el gobierno de Holanda y Zelanda cuando aquella le solicitó ayuda.
Lo cierto es que él era de naturaleza atribulada y melancólica.