Por la intervención del obispo Diego de Landa fue más tarde puesto en libertad.
Acumuló por ello numerosas quejas que llegaron tanto a la Real Audiencia de México como al propio rey.
También intervino en favor de una hija de Juan del Rey, primer médico que había llegado y muerto en la región, y le acordó una pensión modesta.
Por él la obra vio su fin y fue posible enviarla a la atención del soberano.
Poco tiempo después De las Casas fue enviado con su expediente a España, en donde falleció caído en desgracia, probablemente en 1595.