Cese al fuego y statu quo ante bellum La Guerra de las Arenas (en árabe: حرب الرمال, en francés: Guerre des Sables) fue un conflicto militar entre Marruecos y Argelia que se inició en octubre de 1963.
Esta frontera dibujada representaba solo 150 km, comenzando desde el Mar Mediterráneo en el norte hasta la ciudad marroquí de Figuig al sur.
[3] Tras la ocupación de Marruecos en 1912 , la administración francesa decidió estabilizar las fronteras entre los dos países, sin embargo estas fronteras variaban de un mapa a otro debido a su mala definición (la Línea Varnier 1912 y la Línea Trincke 1938).
[4] Desde la independencia en 1956, Marruecos reclama la soberanía sobre estos territorios, así como sobre otros, siempre bajo el prisma no histórico ni mucho menos político, si no de la ambición del nacionalismo latente y su grial "Gran Marruecos".
Gamal Abdel Nasser, el presidente egipcio de la época, clasificó a las monarquías árabes como regímenes reaccionarios y apoyó los movimientos revolucionarios contra ellos, saltando así la chispa que faltaba.
En dicho encuentro ambas partes acordaron dar punto final a las campañas de prensa hostiles, permitir a las comunidades fronterizas llevar una vida normal de nuevo y no hacer nada que agravase la situación.
Por su parte, el ejército argelino lanza su último contraataque contra Hassi Beida con material pesado y al ser rechazado, se retira dejando casi un centenar de muertos sobre el terreno.
La conferencia tuvo lugar el día 30 de octubre y puso fin oficialmente a las hostilidades.
Entre otras, destacan las propuestas de la Liga Árabe, Túnez y Libia serán consideradas, pero finalmente descartadas.
Así, los marroquíes no estiman como neutral a una Liga Árabe demasiado “nasserista”, ni los argelinos ven con buenos ojos que el presidente Burguiba medie en un asunto fronterizo muy similar a otro que Túnez tiene pendiente con Argelia.
[12] Una vez empezado el conflicto, el 19 de octubre la Liga Árabe se reúne de emergencia para adoptar una resolución llamando al alto el fuego entre ambas partes, lo que se hace llegar a Ben Bella y Hassan II por telégrafo.
Finalmente, los tunecinos propusiesen abandonar su reclamación si se conseguía alcanzar un acuerdo entre los países magrebíes para realizar una explotación conjunta de los recursos del Sáhara.
[15] Francia optó por intentar mantenerse neutral, pues al margen de otras razones, tenía importantes intereses en Argelia.
La política del gobierno francés, por tanto, fue la de esforzarse por aparentar una total neutralidad a la vez que intentaba ejercer su influencia para que la situación no se agravase y terminase minando sus intereses en el Norte de África.
Por todo ello, Francia prefería la discreción a la crítica abierta al régimen revolucionario argelino.