Las tropas sublevadas fueron retiradas esa misma madrugada, del día 19 de julio.
La muchedumbre comenzó a asaltar las propiedades de la burguesía y las clases altas malagueñas.
Se desató una gran violencia y un gran odio contra la derecha, entendido por la escritora Gamel Woolsey como «la otra cara del miedo» a los bombardeos y al ejército de África.
La República era incapaz de controlar las hostilidades, que según Woolsey «eran como pornografía para ella».
Con la llegada de Largo Caballero a la presidencia, se paralizó la revolución, restableciendo la disciplina militar y frenando la represión.