Su infancia transcurrió en un ámbito rural, dado que sus padres eran emigrantes campesinos oriundos del Piamonte (Italia).
Signado así su derrotero, Tosco asignó una enorme importancia a la búsqueda de la autosuperación, siendo una de sus más célebres frases que «las victorias más importantes y valiosas son las que se obtienen sobre las propias debilidades».
Terminada la escuela secundaria se inscribió en la Universidad Tecnológica de Córdoba (UTN), en la cual estudió para electrotécnico a la vez que trabajaba en la empresa provincial EPEC.
Al terminarlo, Tosco decidió abandonarlos para dedicarse de lleno a su actividad sindical.
Durante toda esta etapa desarrolló su afición por la lectura: en su propia casa, con piso de tierra y aún sin luz eléctrica, se había construido una pequeña biblioteca.
Hay quienes sostienen que Tosco era uno de los tantos "afiliados secretos" del PC.
La alianza con la burguesía nacional estaba también en línea con la concepción etapista promovida por la Internacional Comunista y sostenida en Argentina por el PC.
Las observaciones de Agustín Tosco a dichas posturas podrían ordenarse en dos grandes grupos.
Por un lado, para Tosco un país dependiente no podía desarrollar sin tope su burguesía nacional, puesto que en un contexto imperialista las grandes multinacionales y los monopolios marcaban el ritmo de la economía mundial, imposibilitando a los países dependientes un desarrollo capitalista al margen del contexto económico global.
[6] En general, las críticas de Tosco a la postura de Frente Popular se encuentran en sintonía con la crítica que hiciera el peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930) a los principios del APRA en los años treinta.
Su horizonte, socialista y revolucionario, le hacían comprender que la herramienta sindical era la gran organizadora de la clase trabajadora.
Tosco y Rucci tuvieron varios cruces mediáticos, siendo uno de estos considerados antológicos en los anales sindicales argentinos.
Participaron obreros y estudiantes en su mayoría, que se enfrentaron al aparato represivo de sectores del ejército.
En 1974, debió pasar a la clandestinidad al ser intervenido el sindicato de Luz y Fuerza.
Debido a su clandestinidad no pudo ser atendido apropiadamente, y su deterioro físico aceleró el final.
El cuerpo fue velado en el domicilio particular de un dirigente lucifuercista, y luego trasladado al Club Redes Cordobesas, donde se montó la capilla ardiente.