Ha centrado sus estudios en las prácticas artísticas del arte chileno entre los siglos XIX-XX.
Luego continuó especializándose como Historiadora del Arte por la Universidad Internacional SEK y, además, cuenta con el grado de Magíster en Historia del Arte por la Universidad Adolfo Ibáñez.
Asimismo su voluntad por reconocer el trabajo de mujeres artistas y minorías que, por prejuicio de clase, sexo o raza han sido discriminadas en el campo del arte, la llevaron a realizar investigaciones y pesquisas que recuperan cartas, fotografías, documentos, obras, dibujos, entre otros, enriqueciendo y complementando las lecturas tradicionales del arte.
Su aportación como curadora ha llevado a que el Museo adquiera piezas de Laura Rodig, Las Yeguas del Apocalipsis, Ana Cortés, Antonio Coll y Pi, Raymond Monvoisin, Laureano Guevara, Elsa Bolívar, un retrato de Paula Aldunate[6] por Juan Mauricio Rugendas, entre otros y otras.
A su ingreso al Museo Nacional de Bellas Artes, junto a Macarena Goldenberg, la curadora se propuso ampliar las lecturas que el Museo realizaba como institución decimonónica, esto significaba, leer aquellas posturas críticas que estaban por fuera del museo, interpelándolo, en particular se refería a grafitis y frases que acusaban una postura de clase elitista y un circuito muy cerrado de consumo del arte que era propiciado por el Museo.Denotan esa lejanía que supone un museo y un arte considerado burgués.