Las concentraciones máximas del fármaco en suero se alcanzan en poco más de media hora; aplicando el medicamento por vía intramuscular o subcutánea la acción farmacológica inicia entre 15 y 30 minutos.
Eleva un poco la presión intraocular y si se compara con la atropina, el glicopirrolato tiene el doble de potencia como antisialógogo produciendo menos taquicardia.
Al igual que la atropina, a dosis bajas produce bradicardia paradójica por su débil efecto agonista colinérgico muscarínico periférico.
Existen personas que pueden ser susceptibles a la acción del glicopirrolato y sufrir de hipersensibilidad marcada al medicamento.
Se sabe que el fármaco empeora las condiciones de las personas con miastenia gravis, íleo paralítico, megacolon tóxico y atonía intestinal.
El médico deberá estar atento a estos signos y síntomas para proporcionar el tratamiento sintomático según se necesite.
Regularmente se requiere provocar emesis (vómito) o lavado gástrico en caso de que el paciente esté consciente.
Se usa un catártico salino y carbón activado con la finalidad de evitar mayor absorción del fármaco si este fue ingerido.
El glicopirrolato no debe ser mezclado en soluciones intravenosas que contengan cloruro o bicarbonato de sodio.