[2] Cervantes participó en el Concilio de Trento, dónde destacó por su elocuencia y sabiduría,[1] ganándose la confianza del papa Pío IV.
Éste le encargó asuntos eclesiásticos de suma importancia.
En 1568 fue nombrado arzobispo de Tarragona, pero atareado por las comisiones pontificias, no pudo ir a regentar la sede tarraconense hasta el 1572.
[2] Publicó una obra titulada Instruccions, y advertiments molt útils necessaris per les persones ecclesiàstiques y principalment per als qui tenen cura d’ànimes, així de com s’han de haver en les persones, com ensenyar e instruir a sos parroquians en públic y en lo secret de la Penitencia (Barcelona, 1575).
Anteriormente publicó en Roma, en 1568, las Constituzioni Sinodali della Chiesa di Salerno.
[1] La calle del Cardenal Cervantes de Tarragona está dedicada a él.