Jerónimo Seripando

[2]​ Nacido en Troia (Puglia), pertenecía a una familia noble y se inició en la profesión de abogado.

Enseñó teología en Siena (1515) y Bolonia (1517), fue nombrado vicario general de su orden (1532) y al fin superior general de la misma (1539), pero renunció al cargo en 1551.

[3]​ Seripando ganó tan gran fama como predicador, teólogo y exégeta, que el emperador Carlos V a menudo se preocupó de estar presente en sus sermones; a su muerte escribió el panegírico fúnebre de Carlos (1559).

Tuvo gran celo en velar por la pureza del texto de la Sagrada Escritura.

Dejó muchas obras, incluidos comentarios sobre las Epístolas paulinas y el Concilio de Trento.