Gas industrial que se obtiene a partir de la hulla y que se emplea principalmente para iluminación, aunque, también, para calefacción en ciudades donde es relativamente económico su suministro a través de tuberías.
En su libro Vegetable Staticks, menciona: "... al calentar carbón en un recipiente sellado emitía un «aire inflamable»".
Sin embargo, las primeras lámparas de gas distaban mucho de ser agradables: olían mal, sólo emitían un débil resplandor amarillento y, en habitaciones pequeñas, calentaban y enrarecían la atmósfera haciéndola irrespirable.
1801: El ingeniero francés Philippe Lebon demostró en una vivienda de París que este gas se podía usar para calentar y para alumbrar, y que se podía conducir de la fábrica a los consumidores mediante tuberías empotradas, pero sus experimentos despertaron poco entusiasmo y llegaron a su fin en 1804, cuando fue asesinado en los Campos Elíseos.
Una vez obtenido, es necesario purificarlo, por lo que los productos volátiles, gases y vapores, pasan de las retortas a un colector cilíndrico que contiene agua, donde se condensan los componentes volátiles del alquitrán y se separa el amoniaco.
El gas purificado se almacena en grandes depósitos cilíndricos llamados gasómetros, de donde, regulada su presión, pasa a las cañerías para el consumo.
[5] Con la electrificación del alumbrado público, a mediados de siglo el gas se siguió suministrando para uso doméstico hasta el último cuarto del siglo en que se terminó de sustituir por gas natural.