En los sótanos del edificio funcionó durante la última dictadura militar un centro clandestino de detención y tortura.
El diseño del edificio se inspiró en las grandes galerías europeas como la Galería Víctor Manuel II de Milán, Italia, y contaba con algunos adelantos tecnológicos de la época como los ascensores mecánicos, la iluminación y la calefacción centralizadas.
Sin embargo, el uso pretendido originalmente jamás llegó a concretarse, y los locales fueron ocupados por comercios menores de rubros diversos, unidos en una sociedad llamada Galería Florida.
Otros lotes sobre la calle San Martín también quedaron en diversas manos, y en la actualidad están ocupadas por varios edificios particulares.
En 1945 una drástica remodelación introdujo bóvedas de hormigón a la altura del primer piso, cubriendo los pasajes.
[11] Con la remodelación del edificio en 1945 se decidió decorar los muros que rodeaban a la nueva cúpula central, con pinturas de grandes artistas plásticos, resultando elegidos los argentinos Josefina Robirosa, Antonio Berni, Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y Demetrio Urruchúa y el gallego Manuel Colmeiro Guimarás.
Con posterioridad, se incluyeron nuevos murales como los realizados por Julio Le Parc y Carlos Alonso.
Estos murales son considerados ser uno de los más importantes en el arte mural de argentina ya que no solo son decorativos sino aportando gran valor debido a la amplia variedad de temas que aborda tales como: la historia y cultura argentina, arte y creatividad, trabajo, naturaleza, identidad nacional, así como también valores sociales, políticos y distintas alegorías.