Tampoco Bretaña o Normandía estaban incorporadas a la Corona francesa más que mediante una teórica dependencia vasallática.
Además, el propio gótico nace como estilo arquitectónico en la región parisina, expandiéndose desde allí al resto de Europa.
Algunas ciudades conservan (con mayor o menor grado de modificación) un casco antiguo de época bajomedieval en el que puede apreciarse el urbanismo gótico, como Carcasona o Rouen (Gros-Horloge); mientras que algunos núcleos rurales mantienen su diseño original como bastide.
La rigidez de la plástica románica se suavizó en un estilo más naturalista, que permite las expresiones faciales y corporales.
Los gisants (retratos funerarios en posición yacente sobre un sarcófago, que puede estar adosado a un muro, cobijado bajo un enfeu o bien exhibirse exento en medio del espacio de una capilla) se hacen menos rígidos y más "naturalistas" que los de época románica; al final de la Edad Media incluso abandonan la posición yacente y se disponen como priant ("orante", arrodillados y con las manos en ademán de rezar).
En la escultura flamboyant del siglo XV, una denominada escuela de Aviñón (opuesta a las corrientes nórdicas -Andre Beauneveu, Peter Parler, Claus Sluter, Konrad Kuene y a las denominadas escuela de Colonia y escuela de Estrasburgo -Nicolás de Leyden-), se vincula a dos maestros que eran tanto escultores como arquitectos: Perrin Morel y su hijo Jacques Morel; este último difundió el estilo gracias a sus desplazamientos por buena parte del territorio francés, dejando discípulos en Provenza, Borgoña, Rouergue, Saboya y el Borbonesado.
Más adelante, en la zona de Aviñón la escuela continuó con Audinet Stephani, Antoine Le Moiturier y Ferrier Bernard.
[24] Inicialmente, a línea sigue predominando sobre los demás elementos pictóricos (especialmente en las vidrieras -con una gran superficie para cubrir gracias al aligeramiento de los muros- y la iluminación de manuscritos).
[29] En un entorno más localizado se desarrolló la actividad de los llamados primitivos nizardos.
1530 -en Lyon, Milan, Brou, Londres, Nantes, etc.-, se le identifica con Juan de París, iluminador en Bourges hasta ca.
El gran nivel alcanzado por los primitivos flamencos (Virgen del canónigo Van der Paele, Jan van Eyck, 1436) los convirtió en modelo de los pintores franceses.
En el primero, muestra una paleta muy sutil con un dibujo muy suelto, que le permite esbozar los personajes con un gran vigor.
Esta opción se confirma en el segundo manuscrito que ofrece escenas compuestas con mucha sutileza.
Los primeros talleres laicos de producción de manuscritos aparecieron en París en el siglo XII, pero el número de artesanos se multiplicó rápidamente en el siglo XIII, y sirvió no sólo al clero, al profesorado universitario y a la nobleza, sino también a las clases profesionales y mercantiles.
París jugó un papel central hasta 1420, cuando tras el Tratado de Troyes los ingleses tomaron la capital y Normandía.
Muchos artistas partieron a provincias junto con sus patronos franceses, creando espontáneamente nuevos centros por todo el reino.
... Al final del siglo XIV la iluminación de manuscritos parisina estaba todavía influenciada por Jean Pucelle, un artista activo en el primer tercio del siglo XIV y cuyo más importante seguidor, Jean Le Noir, que vivió hasta la década de 1370.
... A la vuelta del siglo, la iluminación de manuscritos en París sufrió cambios radicales.
Mientras la primera sucesión de artistas es conocida exclusivamente por trabajos hechos para el mercado de libros, la segunda familia también trabajó en otros medios, ejecutando pinturas en tabla y muro, tapices y vidrieras.
Considerado como "el último gran maestro vidriero de la Edad Media", Jean Lecuyer incorpora las formas del Renacimiento tras un viaje a Italia y trabaja en Bourges entre 1532-1556.
André Chastel ve en las vidrieras del siglo XVI la respuesta francesa a los frescos italianos.
Surgida en París, se impuso rápidamente en las regiones vecinas o más lejanas.
Sin embargo, otros monumentos contemporáneos que mucho debían a las relaciones mantenidas por los artistas con el medio parisino asumen plenamente la nueva concepción.
Los colores pierden su intensidad para armonizarse con las grisallas; el dibujo hace gala de una poderosa implantación y su modalidad es vigorosa.
Aplicado en la parte posterior del cristal, con el pincel, sin la mediación de ningún disolvente, este color añade a los colores naturales del cristal una modificación sustancial.
[40] Los primeros tapices pudieron haberse hecho en Alemania, pero la industria no floreció allí.
Inglaterra exportaba su lana a Flandes y no fomentó la producción local hasta la fundación de Mortlake en 1619.
Los talleres flamencos, en territorio del Estado borgoñón, sobrepasaron a todos los demás, dando trabajo a un número de artesanos que no se superó hasta [la época de los talleres industriales].
[42] Hay dos excepcionales ejemplos, ya en la transición al Renacimiento, a finales del siglo XV y comienzos del XVI, cuyos cartones se han atribuido a un Maestro de la caza del unicornio que se ha propuesto identificar con el Maestro de Ana de Bretaña; mientras que el taller no ha podido ser establecido, aunque se consideran flamencos (probablemente alguno de Bruselas o Lieja).
Bajo el reinado de Carlos VI (1380-1422), aunque la situación política y económica en Francia se hacía cada vez más difícil, París se afirmó como un ámbito intelectual y artístico de primer orden.