Aunque perteneció a la llamada Escuela Mexicana de Pintura y Escultura —personificada por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, entre otros, no participó en el movimiento muralista iniciado en 1922.
El estrecho contacto con la naturaleza lo llevó siempre en su memoria y fueron esas vivencias determinantes en su trabajo como pintor.
Cuando tuvo edad para aprender las primeras letras, fue llevado al rancho Charco Grande de la misma hacienda.
Estando en España, recibe una beca del ministerio Sierra para estudiar en Italia, en donde estudió la buena pintura renacentista y permaneció en Roma interesado en la arquitectura clásica, especialmente en el Foro Romano y otros monumentos, de este periodo son los temas arquitectónicos que pintó.
Al sentir la proximidad de la muerte, Goitia pide a Dios le permita pintar un último cuadro.
Goitia está situado entre los grandes precursores del arte contemporáneo mexicano, al lado de David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera, Rufino Tamayo y Carlos Mérida, entre otros.
Durante veinte años vivió en el Barrio de San Marcos, en Xochimilco, aislado del mundo, dibujando y pintando.