[2] Francia Occidental se extendía más al sur que la Francia moderna abarcando la Marca Hispánica,[3] pero no tan al este, por lo que no incluía Lotaringia ni el Arelato.
Algunos historiadores consideran a esta fecha como el inicio de "Francia" como tal.
Pero la paralización de la expansión territorial en época de Ludovico Pío, finalizó un periodo de beneficios para la aristocracia, que ambicionando mejorar su patrimonio, dirigieron sus apetencias interviniendo en la rivalidades internas que eclosionaron en varias guerras civiles que implicaron al emperador y sus hijos.
Tras describir las porciones de sus hermanos, Lotario I (Francia Media) y Luis el Germánico (Francia Orientalis), anota que "el resto hasta España fue cedido a Carlos"".
[10] Sin embargo, Carlos tuvo que afrontar la guerra contra su sobrino Pipino II de Aquitania.
[14] Este acuerdo permaneció en vigor hasta marzo de 848, cuando los barones aquitanos reconocieron a Carlos como rey.
La idea pudo haber surgido del arzobispo Hincmaro de Reims, que compuso al menos cuatro ordines describiendo el ceremonial apropiado para una consagración real.
En la misma época, hacia la mitad del siglo IX, se produjo la devastación de la zona costera mediterránea por los sarracenos, que se establecieron en Fraxinetum, de donde no fueron expulsados hasta 972/973.
Por tanto, en un reino en el que la aristocracia territorial se ha apropiado de las funciones administrativas, que aprovecha en su propio beneficio y las transmite a sus descendencia, despojando de poder efectivo al monarca, dio lugar a la concentración de poder en "principados territoriales", debido a que la nobleza había arraigado en una región geográfica donde había adquirido varios territorios (condados) y establecido relaciones familiares.
Todos estos principados reconocían al rey como su señor, pero se sustraían a la intervención el mismo.
Al fallecer Luis V de Francia en 987 sin descendencia, el arzobispo Adalberón de Reims, enemistado con los últimos reyes carolingios Lotario y Luis V, convenció a los nobles que no eligieran al carolingio Carlos de Lorena ya que era vasallo del emperador y como tal había intentado usurpar la corona en 978, así que la elección se produjo en beneficio de Hugo Capeto.