Durante algunos años, Rochefoucauld participó en diferentes batallas en las que demostró una gran valentía, aunque nunca logró la consideración de sus capitanes.
En el segundo asedio de la Fronda, La Rochefoucauld corrió la misma suerte que Condé.
Necesitó un año para recuperarse, que lo pasó en la ciudad de Verteuil, donde, tras veinte años de tomar parte en diferentes combates, se encontró con una salud muy debilitada, una mermada fortuna y muchos conflictos con todos aquellos que ahora tenían algún poder en el Estado.
La Rochefoucauld pasó sus años de retiro escribiendo sus Memorias que fueron publicadas, clandestina y parcialmente, en 1662 en Bruselas por los Elzevires.
Su publicación causó un tremendo revuelo y muchos de sus amigos se sintieron profundamente ofendidos por cuanto afectaban a su reputación, aunque él se apresuró a negar que éstas fueran auténticas.
Poco después empezó su amistad con Madame La Fayette, que duró hasta el fin de sus días.
[1] Casi todos los grandes críticos franceses del siglo XIX escribieron en cierta medida sobre La Rochefoucauld.
[3] El filósofo Friedrich Nietzsche admiraba mucho a La Rochefoucauld y fue influenciado no solo por su ética, sino también por su estilo.