[1] En su Curso se desarrolló por primera vez el cálculo de las escaleras.
Su madre fue Marie de Louen, cuya familia pertenecía a la nobleza local.
[3] Después de haber aprendido lenguas antiguas, así como español, italiano, portugués y alemán, y después matemáticas, él mismo participó en la guerra de Treinta Años.
En 1640, el cardenal Richelieu le confió misiones en Portugal, España e Italia.
Su itinerario fue: Langres, Besançon, Bâle, Alsacia (Brisach), Estrasburgo (donde admiró el mecanismo del reloj), Philippsburg, Mannheim, Mayence, La Haya, Hamburgo, Lübeck, Kiel, Dinamarca, Suecia (Frederiksborg : voir poème), Estocolmo, Uppsala, Finlandia, Estonia, Riga, Königsberg, Dantzig, Cracovia, Presburgo, Viena, Praga, Venecia, Roma, Florencia y Toulon.
Sus viajes le servirán para unos pocos ejemplos dados en el Cours d'Architecture….
Viajó entonces por Italia, Egipto, Grecia, Turquía, Alemania, Polonia, Rusia (Moscú, lamentando no haber pasado a través de Kazán o de ver la defensa de las fronteras contra los tártaros y constantando que los lugares marítimos estaban fortificada a la holandesa...), Prusia, Livonia (Riga fortificada por los suecos), Lituania...
Conoció durante ese viaje a Paul Wurz, que fue el origen de su primera publicación, F.B.
(Paulum Wurzium), in qua famosa Galilei propositio discutitur, circa naturam lineæ qua trabes resistentia et in qua lineam illam non quidem parabolicam, ut ipse Galilaeus arbitratus est, sed ellipticam esse demonstratur Parisiis, una discusión sobre la resistencia y la flexión de las vigas en la que toma partido contra Galileo, que tenía por una flexión parabólica (a imitación de la caída de los cuerpos), sosteniendo Blondel la elíptica (lo cual resultó ser erróneo).
En 1664, Colbert le nombró ingeniero del Rey para la Marina, lo que le valió supervisar diversas obras de fortificación en Normandía (Cherburgo, El Havre), en Bretaña y en las Antillas (Martinica, Guadalupe, Santo Domingo), gracias a lo cual relata en su Curso... (VI-9) la historia de su experiencia con un ciclón tropical cuyos prodigiosos efectos pudo atestiguar en la isla de Saint-Christophe.
Por último, François Blondel tuvo una particularmente interesante carrera institucional, pero —por desgracia— muy mal conocida, excepto en lo que concierne a la parte académica.
Es raro que un "arquitecto" hubiese viajado tanto en esos días, pero se podría decir lo mismo de militares y diplomáticos.
Es una lástima que su Cours d'Architecture no refleje esa cultura visual única, pero es cierto que el «Cours» debe verse como el resultado de un trabajo académico destinado principalmente a la creación de una doctrina común a todos.