[2] El hierro suele aparecer en forma de óxidos, normalmente magnetita (Fe3O4) y hematita (Fe2O3).[6] Se han propuesto varios modelos para explicar su génesis: deposición en ambientes lacustres, hidrotermales, evaporíticos, procesos de meteorización, deposición en zonas de surgencia y origen biológico.[5] Estas rocas además poseen interés económico, al usarse para extraer hierro.[12] Los yacimientos más importantes de esta región son Mesabi, Menominee, Marquette, Gunflint, Cuyuna, Vermilion y Gogebic.[35] Se depositaron en el eón Arcaico, y probablemente estén ligadas genéticamente a las formaciones de hierro de Venezuela, quedando separadas al abrirse el océano Atlántico.[39] Algunos estudios sugieren que este cratón está relacionado con el cratón de Pilbara (Australia),[40] pudiendo haber formado ambos un supercontinente, que recibe el nombre de Vaalbará.[43] Se caracterizan por tener una gran continuidad lateral, extendiéndose en un área de 60.000 km².[45] En estos niveles se localizan altas concentraciones de oro y uranio, cuya acumulación parece ser debida a la actividad hidrotermal provocada por el impacto meteorítico que formó la estructura de impacto Shoemaker.[48] Los minerales que suelen formar las bandas de hierro son magnetita y hematita.[5] Probablemente tuvieran un papel importante en su formación las primeras bacterias fotosintéticas, al producir oxígeno libre que oxidaría al hierro disuelto, que sería muy abundante en ese momento.[55] El hierro oxidado no es soluble en agua, por lo que se acabaría depositando en el fondo marino.[5] Otra hipótesis sugiere que los bandeados se producen por cambios estacionales en la temperatura del agua.[59] Esto implicaría que los océanos primigenios estarían divididos, debido a diferencias químicas y de densidad, en dos capas, y debido a una surgencia, las dos capas se podrían mezclar, precipitando el hierro.