Ferrocarril de Sádaba a Gallur

[10]​[11]​ Dicha familia, accionista del fabricante de material ferroviario Carde y Escoriaza, tenía intereses en diversos ferrocarriles regionales con el fin de garantizar el mercado para su empresa[12]​ y promovió la realización final del ferrocarril.

Para reducir costes, se optó por el ancho métrico en el recorrido, en una decisión que marcaría a la larga las limitaciones de la línea.

[6]​[7]​ La posible ampliación de la línea más al norte, hacia Uncastillo y Sos y la hipotética conexión con el ferrocarril del Irati en Navarra, en el que se había convocado un concurso de proyectos en 1912,[17]​ quedó para el futuro, habiendo también proyectos indefinidos sobre llevar el tren hacia Jaca, Sangüesa o Zuera.

[18]​ La Primera Guerra Mundial, al generar disparar el precio del trigo, benefició enormemente a estos flujos.

[2]​ Así, la línea mantuvo una economía más o menos estable durante buena parte de su vida, dirigida por Francisco García Viano y Jesús de Escoriaza y Averly.

[20]​ La línea fue capaz de pagar los préstamos e incluso retribuyó a los accionistas en algunos ejercicios.

[16]​ Pero el desarrollo de la infraestructura española demandaba una actualización del parque móvil.

En 1929 se recibió financiación de la Caja Ferroviaria del Estado para inversiones.

[20]​ En 1932, la línea tenía beneficios pero decidió no repartir dividendo para poder reinvertirlos en mejoras necesarias en la propia infraestructura[21]​ y dos años después se actualizaba el parque motor comprando una pareja de automotores térmicos Zaragoza, producto estrella de Carde y Escoriaza en la época.

Esta alternativa permitía ahorrar el trasbordo en Gallur y ofrecía tiempos más competitivos a los pasajeros, además de tener menores costes de operación para el operador.

[13]​[25]​ Junto a ellas, se edificaron en 1952 viviendas para los trabajadores del ferrocarril, obra de José Borobio Ojeda.

[26]​ Desde ahí la línea marchaba al norte, cruzando primero el Canal Imperial de Aragón con un puente metálico.

[16]​ En 1934 se amplió el parque con nuevas locomotoras, incluyendo dos automotores térmicos tipo Zaragoza fabricados por Carde y Escoriaza.