Tres años más tarde, en la Copa de 1910, obtuvo su único título aunque no jugó la final.
Cuando volvió a San Sebastián, después de ejercer en varias clínicas, puso una consulta propia.
La película fue prohibida, lo que no hizo sino aumentar aún más el interés y el misterio alrededor de la asueroterapia.
El filósofo Henri Bergson también debió de coger turno para ir a la consulta del doctor con un sobrino suyo.
Tras su estancia en Buenos Aires, Manuel Colominas escribió el tango Operáte el trigémino, grabado por la orquesta Minotto di Cicco y con la voz de Antonio Buglione.
La multitud se reunió para saludar al doctor Fernando Asuero, junto a su casa, la calle Loyola de San Sebastián (Guipúzcoa), en 1929.