Entre sus hermanos se contaban Juan el Alquimista y Alberto III Aquiles; ambos gobernaron en Brandeburgo como margraves.
Cuando Federico I se retiró en 1437, compensó a su incapaz hijo mayor, Juan, con el principado de Bayreuth, mientras que Federico II asumió el gobierno de Brandeburgo.
A diferencia de su padre, se apartó de la política imperial y concentró sus esfuerzos en pacificar a la nobleza y las ciudades del electorado.
En 1448, la indignación (Berliner Unwille) contra la cesión de territorio de la ciudad por una fortaleza electoral culminó en revuelta abierta, cuando los ciudadanos inundaron las excavaciones del futuro Stadtschloss.
A pesar de todo, Federico II prevaleció, hizo construir el palacio y disminuyó los privilegios de la ciudad.