Félix de la Peña

Al siguiente año, participó de la conformación del Partido Liberal en Córdoba.Este, no era un partido político en un sentido moderno; sino más bien, una alianza de intereses comerciales y financieros, de tipo tradicional, que ligan a sus miembros.En sus filas revistaban Alejo Carmen Guzmán, Agustín San Millán, José Pío Achával, Jerónimo Cortez, Eduardo Ramírez de Arellano, Felipe Yofre, José Mateo Luque y Manuel Lucero, entre los principales animadores.La elección del comerciante tucumano provenía de los sectores tradicionalmente vinculados al comercio, quienes mantenían el control del intercambio y el predominio sobre los sectores productivos.Aunque elegido por "los rusos", apoyándose en el expresidente Urquiza, mantuvo al liberal Luis Cáceres como ministro de gobierno como salvoconducto hacia Bartolomé Mitre.La estrategia de supervivencia política funcionó hasta el derrocamiento y ejecución extrajudicial del gobernador de San Juan, Antonino Aberastain, por el gobernador de San Luis, el coronel Juan Saá; y la posterior sublevación del coronel confederado José Iseas en contra del gobernador puntano.La legislatura de Córdoba había elegido gobernador a José Severo de Olmos, que no se hizo cargo inmediatamente por fungir en Paraná como Ministro del Interior.No obstante, hizo proclamar gobernador a José Alejo Román, perteneciente al ala autonomista del liberalismo, que dirigía Justiniano Posse.La Provincia de Córdoba tenía dos gobernadores y ambos eran del mismo partido.En Córdoba el Partido Liberal estaba dividido en dos facciones de poder muy fuertes.Estos, tenían menos sujeción al "mitrismo" que Félix de la Peña.Estos hombres, dominaron la escena política provincial durante toda la década de 1860.Desde el gobierno, persiguió a los auténticos federales y llegó a separar de sus cátedras universitarias a conspicuos profesores, como Clemente Villada, Jerónimo Cortés, Clodomiro Oliva y Marcos Figueroa, y hasta le quitó la jubilación al doctor José Severo de Olmos, exministro de la Nación.Esas arbitrariedades, sumadas a la presencia amenazante del ejército de ocupación porteño, no hicieron sino exacerbar los ánimos.Las crueldades cometidas en esa ocasión por el coronel Ambrosio Sandes se inscriben entre las páginas más siniestras de la historia argentina.En tanto, la presencia del general Paunero en Córdoba se volvió un factor de inestabilidad institucional.Nicasio Oroño, Gobernador de Santa Fe, avanza sobre Córdoba al frente de 2800 soldados; el general Emilio Conesa, con la División Buenos Aires, se moviliza desde Villa Nueva.Finalmente, este, acabó entregándose a Conesa el 28 de agosto.Mateo Luque se había mostrado leal al presidente Mitre, pero éste lo consideró peligroso para su régimen.La cuarentena duraba tres días, hasta que los viajeros pudieran ingresar a la ciudad de Córdoba.Entre las disposiciones que emitió el Gobernador de Córdoba para la lucha contra la enfermedad, se encontraban una serie de recomendaciones que iban desde una alimentación frugal, el aseo personal y de las habitaciones, hasta conservar el ánimo alto y no “tener miedo al cólera”.La Iglesia era la única institución que por su grado de inserción social, su capital monetario y su organización, logró poner sus recursos humanos y su mobiliario al servicio de los enfermos.Las autoridades eclesiásticas actuaban como un órgano estatal, tomando en cuenta que innumerables lazaretos le pertenecían, lo cual, también generaba tensiones por la interposición de funciones entre las órdenes religiosas y la Comisión estatal de higiene.El gobierno provincial contrapuso la fuerza pública para vencer esa resistencia.Desde ese momento, la estructura jurídico-institucional de la provincia adquirió un basamento más consolidado y rasgos propios definidos.Se reformó el sistema municipal, ampliando las facultades de los municipios pero sin modificar las estructuras vigentes.