Evolución molecular

Las mutaciones pueden tener lugar a nivel de nucleótidos, como las mutaciones puntuales (inserciones, deleciones, transiciones y transversiones), o a nivel cromosómico, mismas que pueden ser numéricas (aneuploidía, disomía, trisomía, etc.) o estructurales (duplicación, deleción, translocación, inversión, etc.).

Las mutaciones se considera la fuerza motriz de la evolución, donde la menos favorable (o perjudicial) se eliminan del acervo genético por selección natural, mientras las más favorables (o beneficiaria) tienden a acumularse.

Las mutaciones neutrales no afectan las posibilidades del organismo de la supervivencia en su medio natural y se pueden acumular con el tiempo, lo que podría dar lugar a lo que se conoce como equilibrio puntuado, la interpretación moderna de la teoría evolutiva clásica.

[3]​ Una gran fecundidad, y la competencia de los individuos por recursos escasos como: alimentos, pareja y lugares para vivir, proveen las condiciones previas para el proceso que Charles Darwin denominó selección natural; misma que requiere del cumplimiento de cuatro condiciones: Si estas condiciones se cumplen, la selección natural ocurre automáticamente; no obstante, aquellas entidades que se reproducen, pero cuyas características paternas no son heredadas a su descendencia no pueden evolucionar por selección natural.

Los cambios genéticos debidos a la deriva no son direcciones o predecibles; sin embargo, la deriva génica conduce al cambio evolutivo incluso en ausencia de mutación, selección natural o flujo genético.