Estética de la luz

Se desarrolló dentro de la filosofía escolástica –principalmente entre los siglos XIII y XIV–, que pretendía el estudio de Dios desde unos postulados más racionalistas –para lo que se basaron principalmente en la filosofía aristotélica–, pero sin renunciar a la fe.

En muchas religiones antiguas se identificaba la deidad con la luz, como el Baal semítico, el Ra egipcio o el Ahura Mazda iranio.

Este «bueno» tenía en hebreo un sentido más ético, pero en su traducción al griego se empleó el término καλός (kalós, «bello»), en el sentido de la kalokagathía, que identificaba bondad y belleza; aunque posteriormente en la Vulgata latina se hizo una traducción más literal (bonum en vez de pulchrum), quedó fijada en la mentalidad cristiana la idea de la belleza intrínseca del mundo como obra del Creador.

Será este concepto de belleza el que prevalecerá en la Edad Media, asociado por la teología cristiana con Dios.

Por eso el fuego es el único que tiene belleza en sí mismo, porque no tiene forma, es la «idea» entre los elementos.

Dionisio formuló el concepto de belleza como «armonía y luz» (ἐυαρμοστία καί ἀγλαία, consonantia et claritas en latín), que ejerció una enorme influencia en el concepto cristiano de belleza, así como en la representación artística.

[8]​ La escolástica se inspiró fundamentalmente en el aristotelismo, pero también recogió toda la tradición neoplatónica, al tiempo que recibieron el legado de la filosofía árabe, que justo en esa época se empezaba a traducir al latín.

Así como Plotino diferenciaba entre una estética matemática –la belleza como proporción de las partes– y otra de la luz, Grosseteste intentó aglutinar ambos conceptos, afirmando que la luz «posee la proporción más perfecta por cuanto es uniforme e interiormente concorde» (maxime unita et ad se per aequalitatem concordissime proportionata).

La primera estuvo representada principalmente por San Buenaventura, y la segunda por Santo Tomás de Aquino.

[15]​ Buenaventura distinguía tres aspectos de la luz: como lux es difusión de fuerza creativa y origen del movimiento; como lumen posee el ser luminoso y es transportada a través del espacio por los medios transparentes; y como color o splendor produce los reflejos en los materiales contra los que choca, siendo el color el encuentro entre dos luces.

[16]​ En la orden dominica, San Alberto Magno recogió dos teorías tradicionales sobre la belleza, la de la proporción aristotélica y la del resplandor neoplatónico, sintetizándolas sobre la base de la teoría hilemorfista de Aristóteles (la materia va unida a la forma): así unió proporción y resplandor, resultando que la belleza se produce cuando la materia trasluce su esencia.

Para Tomás, la luz es una realidad física, que halla en el cuerpo diáfano una disposición a recibirla y transmitirla (affectus lucis in diaphano).

[18]​ El arte medieval se vio influido por la inmaterialidad del neoplatonismo: para los artistas medievales la belleza se encontraba en la expresión, no en las formas, las figuras artísticas perdieron corporeidad, perdiéndose interés por la realidad, las proporciones, la perspectiva.

Era un arte simbólico, donde todos sus componentes (espacio, color, iconografía) tenían un significado, generalmente religioso.

[19]​ La luz cobró una especial relevancia en la arquitectura gótica, que gracias a sus mejoras estructurales permitió construir edificios más diáfanos, repletos de luz, que adquiriría una importancia tanto estética como simbólica.

[21]​ Además de la arquitectura, la luz influyó en el resto de las artes, especialmente en la miniatura, con manuscritos iluminados con colores vivos y brillantes, generalmente gracias a la utilización de colores puros (blanco, rojo, azul, verde, oro y plata), que daban a la imagen una gran luminosidad, sin matices ni claroscuros.

En especial, la utilización del oro generó en la miniatura medieval zonas de gran intensidad lumínica, muchas veces contrastadas con tonos fríos y claros, para proporcionar mayor cromatismo.

Coronación de la Virgen (1435), de Fra Angelico , Uffizi , Florencia .
La Sainte Chapelle de París (1241-1248).
La geometría , vitral del rosetón del transepto norte de la Catedral de Laon .