[4][5][6][1] Esta catástrofe alcanzó a las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia, que quedaron sepultadas por varias capas de ceniza volcánica y no serían excavadas hasta el siglo XVIII, así como otras zonas circundantes.
[11] Otro sismo de menor magnitud en el año 64 fue registrado por Suetonio en su biografía de Nerón,[12] y por Tácito en su obra Annales, ya que Nerón se encontraba en Nápoles actuando por primera vez en un teatro público cuando ocurrió el temblor.
Los romanos se acostumbraron a los sismos menores en la región; el escritor Plinio el Joven escribió que "no eran particularmente alarmantes porque son frecuentes en Campania".
[10] Las reconstrucciones de la erupción y sus efectos varían considerablemente en los detalles, pero tienen las mismas características generales.
Los flujos tenían un movimiento rápido, denso, y muy caliente, derribando parcial o totalmente las estructuras en su camino, incinerando o sofocando a toda la gente que permanecía en el lugar, y alterando el paisaje, incluyendo la costa.
Todo esto estuvo acompañado por ligeros tremores adicionales y un pequeño maremoto en el golfo de Nápoles.
Al anochecer del segundo día, la erupción finalizó, dejando bruma en la atmósfera a través de la cual el sol brillaba débilmente.
Dos flujos piroclásticos envolvieron Pompeya, quemando y asfixiando a los rezagados que se habían quedado en la ciudad.
[14][8] En Pompeya por su parte, el fenómeno se inició como una finísima lluvia de cenizas que nadie sentía.