Dick Richards, el último superviviente del equipo,[2] nunca manifestó que sintiese aquello como una lucha inútil.
Por el contrario, a su juicio, fue obra de unos hombres con temple y valor, y aunque el objetivo final no se alcanzase, aquello no se hizo para nada.
[3] Shackleton designó a Aeneas Mackintosh como jefe del equipo del mar de Ross, después de haber intentado persuadir a la Almirantazgo que le proporcionase una tripulación naval.
[5] Otro veterano de la expedición Nimrod, Ernest Joyce, cuyas experiencias antárticas comenzaron con la Expedición Discovery del Capitán Scott, fue designado para hacerse cargo de los trineos y los perros.
El jefe científico fue Alexander Stevens, un austero geólogo escocés y antiguo estudiante de teología.
Sin embargo, varios miembros del grupo de Mackintosh dimitieron alegando que habían perdido la confianza en la empresa.
Estos depósitos serían, en su opinión, el mínimo que permitiría a Shackleton sobrevivir.
No tardaron en aparecer nuevas disensiones entre Joyce y Mackintosh, esta vez sobre cuán lejos hacia el sur debían seguir los perros.
No todos los suministros pudieron llevarse hasta los lugares donde se establecieron los depósitos,[21] y, además del fallo del tractor, los diez perros que se llevaron al viaje perecieron durante el regreso.
Mackintosh pudo haber sido informado de ello, pero "el cable nunca fue enviado".
[25] La búsqueda del lugar de anclaje apropiado resultó un proceso largo y peligroso.
En la noche del 7 de mayo estalló una fuerte tormenta, los amarres del Aurora quedaron destrozados, siendo el barco arrastrado al mar unido a un gran témpano de hielo.
Sin embargo, dado que Mackintosh había planeado utilizar el Aurora como alojamiento principal del grupo, había dejado a bordo la mayor parte de la indumentaria personal, alimentos, equipo y combustible, quedando los diez hombres varados en tierra "sólo con lo puesto".
[27][28] Sin conocer cuál había sido la suerte del barco, ni cuando, o siquiera si podría volver, quedó claro que dependían de sus recursos e iniciativa para sobrevivir y que sus reacciones ante la actual crisis dependían no solo del conocimiento de su propio destino sino también del conocimiento de cuál sería la reacción de Shackleton, que al conocer su suerte no dudaría en ir a rescatarles.
[31] Ernest Wild llegó incluso a elaborar tabaco de la marca "Hut Point Mixture" con serrín, té, café y algunas hierbas secas.
Nueve hombres, en equipos de tres, realizarían el trabajo, arrastrando cada uno un trineo.
[36] Los seis restantes, Mackintosh, Wild, Spencer-Smith, Joyce, Hayward y Richards, continuaron arrastrando cargas hacia el sur, con Spencer-Smith debilitándose a ojos vistas y Mackintosh mostrando signos de escorbuto.
A medida que se acercaban a los pies del Beardmore, el lugar en que debían establecer su último depósito, Spencer-Smith se derrumbó, sin fuerzas para continuar marchando.
Ernest Wild dejó allí una carta para su hermano Frank, al que creía viajando a través del mar de Weddell con Shackleton.
Los tres hombres todavía en pie estaban en ese momento demasiado débiles para poder transportar a los tres inválidos, por ese motivo, el 8 de marzo, Mackintosh se ofreció a quedarse solo en una tienda para que los otros pudiesen llevar a Spencer-Smith y Hayward hasta Hut Point.
El hielo era demasiado delgado como para arriesgarse a realizar el viaje a la base refugio de cabo Evans, permaneciendo allí con la monotonía de su dieta y su entorno helado.
[38] Richards, Joyce y Wild esperaron hasta el 15 de julio para hacer el viaje a Cabo Evans, donde se reunieron por fin con Stevens, Cope, Jack y Gaze.
También se tuvo que enfrentar al oprobio y a la desconfianza generada por los incidentes ocurridos antes de la partida del Aurora en 1914.
Tras una semana dedicada en vano a buscar los cuerpos de Mackintosh y Hayward, el Aurora se dirigió hacia el norte, a Nueva Zelanda, con los siete sobrevivientes que quedaban del equipo de costa original.
Los demás, Oscar, Gunner y Towser, regresaron en el Aurora a Nueva Zelanda y fueron cuidados en el zoo de Wellington, donde aun vivió Oscar, al parecer, hasta la edad de 25 años.
Wild y Víctor Hayward recibieron la misma condecoración a título póstumo.
Se convirtió en el director gerente de la empresa en 1945 y su presidente en 1962, habiendo sido nombrado caballero por sus servicios a la industria en 1957.