Enrique Seoane fue el tercero de los siete hijos del matrimonio entre el diplomático y político peruano Buenaventura Guillermo Seoane García y la dama española afincada en Filipinas Rosario Ros Gutiérrez.
Buenaventura Seoane, quien prestó servicio durante el gobierno del presidente Augusto B. Leguía, conoció a su esposa durante una misión diplomática en Hong Kong y se casó con ella en 1910 en Lima,[1] ciudad donde la pareja se estableció.
Finalmente, al terminar su etapa escolar, optó por estudiar la especialidad de arquitectura.
[5] En la trayectoria de Enrique Seoane se suelen reconocer tres etapas definidas por sus distintos estilos arquitectónicos.
En 1938 empezó a trabajar con los arquitectos Álvarez Calderón y Emilio Harth-Terré, de marcada tendencia neocolonial.
Según el arquitecto José Bentín Diez Canseco, este hecho, junto con la influencia del estilo neoperuano promocionado por el escultor español Piqueras Cotolí, fue esencial para el desarrollo de Seoane en su primera etapa como arquitecto egresado.
En los años cuarenta, la problemática urbana ligada al saneamiento, habitación, trabajo, esparcimiento y transporte[8] se hicieron mucho más evidentes y fueron el terreno perfecto para la incursión en el debate público de las novedosas ideas de la arquitectura moderna.
[9] En 1947, este grupo conformado por reconocidos arquitectos y artistas varios, redactó un famoso manifiesto, el cual Seoane apoyó, pero no firmó.
Cabe agregar que muchos de sus trabajos en esta época fueron realizados en Panamá, donde parte buscando nuevos horizontes, pues en el Perú, su obra era subvaluada.
[6] Entre sus obras panameñas se encuentran los edificios Carfa, Solymar, Torres Mariana, y el proyecto para el Hotel Sheraton.
Como indica Bentín “[...] mientras la arquitectura académica nacional copiaba patrones europeos [...] Seoane buscó la inspiración en las raíces netamente nacionales, utilizando soluciones, tipologías y ornamentaciones que habían existido antes, pero recreándolas, mejorándolas, abstrayéndolas cada vez más hacia sus últimas obras.
Es evidente que no cerró su mente a las innovaciones tecnológicas sino más bien las incorporó a sus diseños y, como se ha mencionado, algunas de sus soluciones fueron pioneras en el Perú” [10] Calificado como el arquitecto peruano del siglo XX con mayor trascendencia proyectual en su país,[13] la obra de Seoane y su papel en la arquitectura de la Lima moderna ha sido revalorada por arquitectos y por el propio Estado Peruano.