[1] Se pueden dividir en dos grandes grupos, según la causa sea conocida o no:[2] De acuerdo con el engrosamiento de las paredes alveolares, las enfermedades pulmonares intersticiales se clasifican en: El agente inductor, sea conocido o no, produce irritación del alveolo, las vías aéreas pequeñas y los capilares sanguíneos, ocasionando alveolitis y desorganización de las paredes alveolares, activando un proceso inflamatorio y de células mesenquimatosas (macrófagos, PMN, linfocitos, eosinófilos, etc.).
La destrucción por fibrosis e inflamación de las unidades alveolo-capilares funcionales produce insuficiencia respiratoria y cor pulmonale.
En la fase temprana de la alteración del parénquima pulmonar, el lecho capilar se vuelve difuso y el intersticio se torna cada vez más ancho, incrementando la resistencia pulmonar, causando hipertensión pulmonar con alteraciones de la difusión de oxígeno.
Si a ello se añade que el paciente realiza un esfuerzo físico, la demanda de O2 se incrementa sin que el pulmón pueda suplirla adecuadamente por deterioro de la perfusión sanguínea.
Las demandas de energía son entonces satisfechas por las rutas anaeróbicas ocasionando con el tiempo acidosis metabólica.