Desde su más temprana niñez fue educado bajo los rígidos preceptos prusianos, lo que le daría un sinnúmero de frutos en su vida.
Ese año ya se revelaba su fuerte personalidad, que acompañaba de gran fuerza física y una ruda apariencia, pero esa apariencia albergaba a un joven generoso y de bondad natural.
Desde allí egresó en 1870 con el grado de Teniente 2.º, año en que participó en la Guerra Franco - Prusiana.
Terminados sus estudios en la Academia, en el año 1877 fue elegido y comisionado por el Jefe del Gran Estado Mayor, el Mariscal de Campo Helmuth von Moltke, para hacer viajes de estudio en Francia, Italia, España, África y Rusia, hasta 1878.
Recién terminada la guerra del Pacífico, el presidente Domingo Santa María, sobre la base de las experiencias bélicas vividas en el conflicto, estimó que el Ejército necesitaba modernizarse y reorganizarse tomando por modelo algún ejército europeo.
Es importante destacar que la solicitud de incorporación de un oficial alemán fue solicitada al supremo gobierno por el general Emilio Sotomayor y el almirante Patricio Lynch específicamente para reformar el sistema militar.
El presidente Balmaceda se encontró entre dos fuegos, pues no podía enemistarse con los jefes del ejército que lo apoyaban lealmente en su política nacionalista, y aunque apreciaba los puntos de vista de los jóvenes oficiales, desatendió sus quejas, lo que los empujó a intervenir contra Balmaceda tomando partido por el parlamento, entre ellos también estaba su instructor, Emilio Körner quien los comenzó a organizar, lo que alentó aún más las deserciones.
Körner decidió integrarse al Ejército Congresista, bajo severas amenazas del gobierno de un proceso en la Justicia Militar y se declaró nulo su contrato, comunicando esto al embajador alemán en Santiago, Barón Félix von Gutschmid.
Aquí desplegaría toda su iniciativa y conocimientos instruyendo a la bisoña tropa que los revolucionarios trasladaban desde todo rincón de Chile y asentaban en Iquique, debiendo apertrecharlos e instruirlos, debiendo aleccionar también a los mandos militares en este nuevo tipo de guerra europea.
La guerra realizada con esta tropa bien instruida se desarrolló en buena forma para el congreso y le abrió las puertas de la zona central, hacia donde trasladó sus fuerzas para dar el golpe de gracia al gobierno del presidente Balmaceda.
Su carácter demasiado impetuoso lo había traicionado, lo que esta vez le valió ácidas críticas (“carácter débil, criterio iluso”) por parte de su Comandante en Jefe, pero estas mismas fueron desechadas en vista del resultado de la batalla.
Finalizada la guerra civil, el triunfante parlamento honró a Körner con el grado de General de Brigada y lo incorporó al cuadro del ejército nombrándolo Jefe del Estado Mayor General, reiniciando inmediatamente sus reformas institucionales.
Esta proposición fue aceptada por el gobierno y se empezó un periodo de disciplina fiscal y de créditos en el exterior, que hicieran posible esta adquisición, la que sería crítica en este temido enfrentamiento.
Luego de su retiro, ese mismo año de 1910 vuelve a Alemania con su mujer Matilde Yunge y con sus tres hijos, dos varones y una mujer, fijando su residencia en la capital del Imperio Alemán, Berlín.
Virginio Figueroa señala en su obra “Cuando ocurrió su muerte, todos reconocieron sus méritos, su gran corazón y bondadosos sentimientos”, haciendo eco del sentir nacional.
Finalmente en 1928 el gobierno de Chile le brinda un magnífico mausoleo en el cementerio general, construido por el prestigioso arquitecto Gustavo Monckeberg, siendo sepultado con los máximos honores militares en su tumba definitiva.