La llamada embajada Tenshō (en japonés 天正の使節, nombrada por la era Tenshō en la cual tuvo lugar), desarrollada entre 1582 y 1590 y cuyo momento culminante fue la audiencia del papa Gregorio XIII a los dos jóvenes emisarios japoneses, constituyó el primer contacto directo con Japón en suelo europeo.[2] Los navegantes y comerciantes portugueses llegaron por primera vez al archipiélago de Japón en 1543.A partir de entonces los misioneros se convirtieron en los principales intermediarios entre los portugueses y los japoneses.[2] Esta «operación de propaganda», como la califica Antonella Romano, tenía como objetivos conseguir fondos para la misión en Japón y «seducir» a los jóvenes japoneses para que dieran fe de la superioridad europea sobre su país natal.[9] En el viaje les acompañó su tutor e intérprete, Diego de Mesquita, y su mentor Alessandro Valignano, que solo les acompañó hasta Goa, en la India portuguesa, donde asumiría nuevas responsabilidades.En cuanto pisaron suelo europeo, el periplo de los cuatro adolescentes japoneses estuvo perfectamente organizado y en ningún momento se los dejó solos.Será el último acto público importante del papa pues fallecerá de forma repentina el 10 de abril ―a su funeral y a la proclamación del nuevo papa Sixto V asistirán los japoneses―.[10] Por otro lado, en Roma Mancio Itō se convirtió en ciudadano honorario y entró en las filas de la nobleza europea con el título Cavaliere di Speron d'oro (Caballero del espolón de oro).Siguieron como a la ida la ruta hacia Oriente dominada por el Imperio portugués.Desde allí se dirigieron a Japón donde fueron recibidos por Toyotomi Hideyoshi, el nuevo hombre fuerte del país, que estaba en proceso de reunificación.[11] Sin embargo, cuando la «embajada» volvió a Japón y se publicó en Macao el libro que relataba su periplo, la situación del catolicismo en Japón había cambiado radicalmente respecto al momento de la partida.La persecución se intensificó en los años siguientes y en 1597 fueron ejecutados en Nagasaki 26 «mártires» católicos.