[2][3] Las tintas más habituales son las compuestas por plata y carbono, no obstante, pueden estar basadas en otros metales como platino, oro, paladio o cobre y se pueden modificar con enzimas, nanopartículas metálicas, nanotubos de carbono, polímeros o agentes complejantes.
Además, con los electrodos serigrafiados se consigue evitar los tediosos procesos de limpieza.
[2][5] Todo ello permite que se emplee en el ámbito electroanalítico o catalítico.
[3] En la actualidad, se utilizan en gran medida como soporte para producir biosensores electroquímicos portátiles a la hora de realizar análisis ambientales.
Algunas aplicaciones son:[8] Por otra parte, un buen proceso de fabricación es muy importante para evitar bajas reproducibilidades, para favorecer aglutinantes minerales o polímeros aislantes que logren una buena resistencia de los SPE, y para usar tintas que no afecten significativamente a la cinética de las reacciones que tienen lugar.