El príncipe Ígor

Después de considerar brevemente el drama de Lev Mei La novia del zar como tema (más tarde asumido en 1898 por Nikolái Rimski-Kórsakov, su 9.ª ópera), Borodín empezó a buscar un nuevo proyecto para su primera ópera.

"[4]​ Así empezó una época de alrededor de cuatro años en la que no siguió componiendo El príncipe Ígor, sino que empezó a apartar materiales para la ópera en otras obras, la Sinfonía n.º 2 en si menor (1869–76) y la ópera-ballet en colaboración Mlada (1872).

[8]​ En 1876, un frustrado Stásov abandonó la esperanza de que Borodín acabase alguna vez El príncipe Ígor, y ofreció su libreto a Rimski-Kórsakov.

[9]​ Rimski-Kórsakov, en lugar de ello, ayudó a Borodín a orquestar importantes números -por ejemplo, las Danzas polovtsianas- en preparación para una interpretación de concierto en 1879: Borodín trabajó en El príncipe Ígor, cogiéndolo y dejándolo, durante casi 18 años.

Diseñaron los escenarios Yánov, Andréyev y Bocharov, mientras que Lev Ivánov fue el maestro de baile.

Londres vio la misma producción en 1914 dirigida por Thomas Beecham, de nuevo con Chaliapin como Gálitski.

[15]​ En España se dio por primera vez en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, en 1922.

Mientras algunos aspectos de la producción fueron inusuales, un crítico señaló que "colocar las Danzas (polovtsianas) como final es una idea elegante, […] los directores Andrejs Zagars y Noam Zur han presentado así un Príncipe Ígor musical y dramatúrgicamente coherente.

Entonces ingresa un grupo de bailarinas polovtsianas que ejecuta un número musical breve para luego retirarse.

Ovlur se va y aparece en escena el jan Konchak, jefe de los polovtsianos, quien le dice que ahora es su prisionero.

Desoladas, las mujeres se dirigen a Yaroslavna, que lamenta la ausencia de su esposo, el príncipe Ígor.

Sabiendo que su ciudad está amenazada, el príncipe Ígor no vacila más y se escapa abandonando a su hijo.

El jan no lo persigue, pero retiene a Vladímir al que desposa con su hija.