Durante los últimos años han salido a la luz escritos y documentos que prueban que Felipe II estaba especialmente interesado desde su juventud en la figura del sabio y prudente Salomón, como demostró José Luis Gonzalo.
Calvete relata cómo en el viaje del príncipe Felipe a los Países Bajos le comparan directamente con Salomón al menos en diez ocasiones.
[2] Luis Moya apuntó que el proyecto de El Escorial se basaba en dos principios que se mantendrían hasta finalizarse la obra: la imitación y mejora del Templo de Salomón, y el estilo «greco-romano», o sea el manierismo.
Finalmente se duplicaría el mismo esquema del convento al otro lado de la Iglesia por pura simetría renacentista.
Parece difícil este origen mágico y ocultista dada la inflexible religiosidad de Felipe II.