Editae saepe

Así, teniendo presente el propósito para su pontificado que Pío X comunicó en su primera encíclica[5]​ -que todo se establezca en Cristo- ha aprovechado las celebraciones centenarias de tres santos que florecieron en tiempos muy diferentes, pero casi igual de difíciles para la Iglesia: Gregorio Magno, Juan Crisóstomo y Anselmo de Aosta.

Practicó en su vida la norma de pensar y trabajar que predicó San Pablo.

[7]​ Esta actitud, añade el papa, contrasta con la que mantuvieron los reformadores, pues Continúa ahora la encíclica extrayendo las enseñanzas que San Carlos Borromeo puede proporcionar para la defensa de la Iglesia contra el modernismo.

Ante todo la primera tares de los pastores -enseñaba el santo- es "preservar la fe católica, la fe que la Iglesia católica profesa y enseña, pues sin esto no es posible agradar a DIos",[9]​ con esta finalidad cuidó especialmente la formación del clero, estableciendo los seminarios para la preparación de los nuevos sacerdotes, tal como dispuso el Concilio de Trento.

Es necesario también capacitar a los predicadores para que lleven a cabo con fruto el ministerio de la palabra; una tarea que, explica el papa, es requerida también en el momento en que escribe la encíclica, y quizá con más fuera, pues se ve cómo la fe vacila y se adultera la palabra de Dios.

San Carlos Borromeo dando la Sagrada Comunión a una víctima de la plaga de peste en Milán. Óleo de Tanzio da Varallo