Swanson fue liberado de todas sus demás tareas, se le asignó una oficina especial y se le dio permiso para ver todos los papeles, documentos, informes y telegramas relacionados con la investigación.
Se entiende así, que Swanson no aceptó a esos feminicidios como obra del mismo asesino.
La identidad del testigo judío está en duda, se sabe que hubo dos: Israel Schwartz y Joseph Lawende.
Schwartz vio a la tercera víctima, Elizabeth Stride, siendo atacada en el lugar donde quince minutos después se encontró su cuerpo, pero salió corriendo cuando el atacante gritó «Lipski», una burla antisemita de la época (Israel Lipski fue un asesino judío que había sido ahorcado en 1887 y algunos gentiles habían comenzado a insultar a los judíos gritándoles su nombre).
Sin embargo, Macnaghten se inclinó por Druitt como el más probable y no mencionó nada sobre la supuesta identificación de Kosminski por un testigo.
Hoy se cree que los investigadores confundieron a Aaron Kosminski con el zapatero Nathan Kaminsky, quien usaba el alias David Cohen, por la similitud de los apellidos, compartir la etnia, tener la misma religión, la condición de obrero y ambos ser pacientes psicóticos.