«Abrió los ojos viendo y empezó la vida pensando», dice Sarmiento de él.
[5] Entre los pocos textos que dejó, se encuentra una introducción y traducción a París en América, del jurista liberal francés Edouard Labolulaye[6] Al estallar la guerra contra Paraguay, conocida como Guerra de la Triple Alianza, Dominguito decidió alistarse en el ejército argentino pese a la oposición de su madre.
Lo que a uno lo sostiene es el pensamiento del mañana: la ambición de un destino brillante.
Las madres argentinas transmitirán a las generaciones venideras el legado de nuestro sacrificio.
[8] Sus restos arribaron a Buenos Aires procedentes del Paraguay en el vapor Río de la Plata.
[9] Poco tiempo después Sarmiento renunció al cargo diplomático y emprende el regreso a Buenos Aires.
La plaza Capitán Domingo Fidel Sarmiento, en la intersección de las calles Gándara y Berlín, Parque Chas, Buenos Aires, lleva su nombre.