Dolmen de Viera

Es el prototipo de sepulcro de corredor (vinculado a la tradición atlántica) construido con ortostatos y cobijas y orientado hacia el amanecer del sol en los equinoccios.

Algunos ortostatos del tramo norte exterior del corredor de Viera aparecen decorados por oquedades o “cazoletas” muy típicas del arte esquemático; en el interior se aprecian restos de pintura rojiza y óxido.

(Neolítico),[4]​[5]​ fue descubierto en febrero de 1903 por los hermanos José Viera Fuentes y Antonio Viera Fuentes, funcionarios del Ayuntamiento de Antequera, quienes lo llamaron inicialmente la Cueva Chica, en contraposición a la cueva de Menga, de mayores dimensiones; posteriormente el arqueólogo Manuel Gómez-Moreno Martínez la denominará “dolmen de Viera” en honor a estos hermanos.

Su última intervención, de manos del arquitecto Ciro de la Torre Fragoso, data del año 2004 cuando, con objeto de resolver los problemas de conservación debido a las filtraciones por el túmulo, se consolidan las estructuras, mejoran los drenajes y se genera una nueva imagen exterior a partir del recrecido del túmulo y la formalización del atrio, que es la que se percibe actualmente.

Este fenómeno ha sido estudiado por el arqueoastrónomo Michael Hoskin en su obra Tumbas, templos y sus orientaciones: una nueva perspectiva sobre la Prehistoria del Mediterráneo (2001).