[1] Las nalgadas eróticas se encuentran a menudo dentro y asociadas con el BDSM, si bien la actividad no es exclusiva de éste.
Independientemente de cómo se practiquen las nalgadas eróticas, el principio de absoluta seguridad, razonabilidad y consensualidad (del inglés «Safe, Sane, Consensual») constituye la base decisiva, ya que las nalgadas, como otros tipos de estimulación sexual, pueden no ser aceptadas y solo desencadenar reticencia si: La consensualidad, por otro lado, puede asumirse que existe cuando, por ejemplo, el o la spankee se dobla por su cuenta (sin bondage) para recibir una nalgada.
Los azotes o nalgadas se mencionan en el Arte de amar de Ovidio, que elogiaba la postura adoptada para recibir nalgadas: «tomad posturas acomodadas al cuerpo, pues no a todas conviene una misma.
[3] Jean-Jacques Rousseau relata en Las Confesiones (1770) la agitación sexual que experimentó cuando a los ocho años fue azotado por la señorita Lambercier, una mujer de treinta años, lo que tuvo el efecto inesperado de hacerle descubrir el placer sexual y provocar su disfrute (LIbro I).
No fue pues sino hasta este siglo cuando el interés por los azotes eróticos se hizo patente.
La representación de los azotes eróticos y la flagelación ocupó un lugar destacado en la pornografía victoriana.
Durante la época victoriana circularon cientos de miles de grabados, fotografías y literatura sobre las diversas fantasías del spanking erótico, incluyendo revistas eróticas como The Whippingham Papers, The Birchen Bouquet, Exhibition of Female Flagellants en los Estados Unidos, y óperas cómicas pornográficas como Lady Bumtickler's Revels.
Este periodo de literatura sobre las zurras eróticas está marcado por tres características notables.
Durante la segunda mitad del siglo XX, cambios en las leyes de censura junto con mejoras tecnológicas permitieron una mayor asequibilidad para las personas interesadas en adquirir contenido relacionado con las nalgadas eróticas.
Aunque generalmente se utilizan bastones trabajados, es posible emplear también los de origen completamente natural, como puede ser la rama de un arbusto una vez desbrozada convenientemente, pero dejaría unas marcas muy intensas al no estar tratada.
Con el bastón se inflige un severo dolor muy localizado, generalmente dejando marcas en forma de líneas rectas en algunas superficies de la piel que entra en contacto con el bastón durante el castigo; en casos de extrema severidad, este instrumento llega a provocar laceraciones al romper la piel con el impacto, por lo que es un implemento que ha de ser usado con mucha precisión y midiendo muy bien la intensidad que se le quiere imprimir al castigo.
Con él puede controlarse muy bien la intensidad y el lugar donde se golpea, usándose frecuentemente doblado por la mitad, sujetando la hebilla para evitar que golpee; en algunos casos se utiliza sin doblar, pero el control de esta manera disminuye enormemente porque la punta del cinturón puede llegar a enroscarse y golpear en lugares donde no se pretendía al imponer el castigo, llegando a provocar heridas de diversa consideración, según la intensidad del castigo, obviamente.
Entre sus diseños cabe destacar algunos creados con mango de plata y pensados para el adorno.
Este implemento puede ser exhibido en la disciplina doméstica para recordarle a la pareja que las faltas se pagan.
El precio puede variar dependiendo de los adornos y lo trabajado que esté.
Para esta postura existes diversas variantes: Otra posibilidad es que el spanker esté sentado en algo blando, como una cama, con las piernas completamente estiradas, y el spankee se tumbe sobre sus rodillas quedando casi completamente tumbado a su vez; en esta variación no ha de mantener el equilibrio porque la superficie de la cama ya le sujeta.
Los implementos adecuados en esta postura son aquellos que no sean demasiado rígidos, ya que se corre el riesgo de causar importante lesiones en los huesos por aplastamiento; los que se suelen usar son aquellos de cuero, zapatillas, instrumentos cortos y bastones, además de la propia mano del spanker, claro.
En esta posición, al castigo se le une la incomodidad de mantener la postura que hace sufrir bastante la espalda, ya que se trata de que el spankee quede completamente en ángulo recto con la pared, manteniendo la espalda perfectamente recta, y también los brazos y las manos, pues quedan en posición poco natural.
Según el autor, habría patología solo cuando se da fijación, exclusividad o especificidad de estos parámetros.
Las parafilias serían las variantes patológicas, con lo que se logra una denominación descargada de significados peyorativos o moralizantes.
En el acto del castigo se utiliza tanto la fuerza de la palabra, dándole un discurso aclarador sobre lo que no se debe hacer, así como el dolor infligido por los azotes que le propina tanto con su mano como con algún implemento.
Tiene el papel de receptor del castigo y simula aprender la lección que más tarde volverá a olvidar.