Es preferible una temperatura alta del agua porque así la suciedad sale más fácilmente y al facilitar la evaporación la vajilla se seca antes.
En bastantes países europeos es habitual lavar los platos dentro de un barreño que se coloca dentro del fregadero.
Los fregaderos eran en general muy grandes, y llenarlos enteros era una acción muy cara en un tiempo donde el agua caliente era un verdadero lujo: el barreño podía tener un tamaño más adecuado.
Finalmente, el espacio entre el barreño y el fregadero permite el vertido de líquidos que hayan permanecido en vasos o copas.
[4] Sociológicamente, lavar platos puede emplearse como un rato ameno de colaboración y compañerismo entre los miembros del hogar, o un paréntesis durante el cual lo repetitivo de la tarea permite una momentánea evasión mental del estrés cotidiano.