A raíz de un proceso penal en 1973, por secuestro y asesinato, Rísquez fue recluido durante ocho meses en la cárcel Modelo de Caracas por el Caso Vegas Pérez, niño secuestrado y asesinado.
El caso se desestima por fallas en la instrucción del expediente, ante lo cual Rísquez marchó al extranjero.
En Francia fue actor en el Teatro N de París, dirigido por Emilio Galli.
Con ellos actuó en espectáculos sin textos que daban prioridad a la improvisación y la expresión corporal.
En esa misma ciudad realizó un taller con Robert Wilson, quien experimentaba ya con la comunicación no verbal y preverbal.
Todavía en Italia conoció al estadounidense Jack Smith, pionero del underground norteamericano de los años 60.
Igualmente en este período Rísquez comenzó a desarrollar performances y happenings.
Además, Rísquez envió Poema para ser leído bajo el agua, un filme Súper-8 transferido a vídeo y A propósito del hombre del maíz, vídeo performance realizado en el Festival de Caracas.
Según recuerda el director, este performance multimedia «también llevaba una escultura que echaba agua».
Con el inicio de los años 80 Diego Rísquez estrenó su primer largometraje: Bolívar, sinfonía tropikal.
Bolívar, sinfonía tropikal es la primera parte de la llamada «Trilogía americana», o «Tríptico» como prefiere identificarlo Rísquez.
A Bolívar… le siguieron Orinoko, Nuevo Mundo (1984) y cuatro años después Amérika, terra incógnita.
Luis Ángel Duque colaboró aquí otra vez con Rísquez en la escritura del guion.
Sucesivamente, además, funcionó como aval frente las autoridades del gobierno que disponían los subsidios a la actividad cinematográfica nacional.
Ni su posterior prestigio bastó para que FONCINE concediera un crédito a la producción de Orinoko.
Y lo mismo sucedió con la próxima película dirigida por Rísquez: Karibe kon tempo.
En 1979 fue dirigido por Temístocles López en el espectáculo musical Los caballeros de la mesa redonda.
En 1987 Rísquez se contó entre los artistas que emprendieron el proyecto La conquista del espacio, con el cual Venezuela se presentó en Alemania durante una de las muestras enmarcadas en la exhibición de arte contemporáneo Documenta 8.
Junto con estos trabajos se cuentan dos más, como actor, en los largometrajes venezolanos Tierna es la noche (Leonardo Henríquez, 1990) —que Rísquez protagonizó— y Roraima (Carlos Oteyza, 1993).
Desde ese año y hasta 1995 realizó, por encargo de Cinesa, veinticuatro cortometrajes en 35 mm dedicados a artistas plásticos venezolanos.
Tales cortometrajes fueron proyectados en el país como parte del noticiario de Bolívar Films.
Asimismo, con este estreno Rísquez consiguió el apoyo del público de su propio país como no lo había logrado con sus esfuerzos anteriores.
Al tiempo, regresó a los temas históricos que le motivaron desde sus comienzos.