Además dieron lugar a un singular episodio histórico durante la Guerra Civil, conocido como los "cuadernos robados", que se cerró en 1996 con su restitución al patrimonio documental español.
[2] Azaña escribió anotaciones en sus diarios durante largos períodos, aunque no de forma sistemática, por lo que hay numerosas interrupciones en su secuencia temporal.
[4] La obra abarca desde febrero hasta poco después de terminar la guerra, aunque se extiende también sobre su exilio.
[5] Desde el exilio en México, Juan Marichal haría en los años 60 varias ediciones de los cuadernos conservados por la familia Azaña, en la editorial Oasis.
[6] Cuando estalló la Guerra Civil, Azaña, que decidió permanecer en la presidencia de la República, encomendó a su cuñado, y amigo íntimo, Cipriano Rivas Cherif, recién nombrado cónsul en Ginebra, la custodia de sus diarios en lugar seguro.
[8] Espinosa huyó por Génova, cuyo cónsul actuó de valedor suyo ante las autoridades nacionalistas y superó una delicada Comisión Depuradora en Salamanca, que lo rehabilitó en el cuerpo diplomático.
Éste es un libro editado muy pobremente, al contrario que el de Arrarás, y está igualmente mutilado y lleno de "infames e importunos comentarios", aunque también reproduce páginas facsímiles para probar su autenticidad.
El escritor Andrés Trapiello, consideró que era la obra más importante y leída de su autor, porque, entre otras razones "no está escrita con ese otro estilo suyo grandilocuente, empastado y un poco retumbante, que marea un poco, en detrimento de sus asombrosas ideas".
[10] Posteriormente, se integraron en una edición completa de todos sus diarios: También están recogidos en las obras completas editadas por el Centro de Estudios Constitucionales y Políticos, junto a sus cartas, artículos periodísticos, discursos y obras literarias.