En estos tres pasajes hay acuerdo general entre los estudiosos del Antiguo Testamento en que el referente de la palabra satán es un ser angélico".[6][7].
[24] Algunas partes de la Biblia, que originalmente no se refieren a un espíritu maligno o Satanás, han sido interpretadas retroactivamente como referencias al diablo.
Según Orígenes, Helal-Eosphorus-Lucifer cayó al abismo como espíritu celestial después de que intentara equipararse a Dios.
En el Antiguo Testamento, tanto Satanás como belial dificultan que los hombres vivan en armonía con la voluntad de Dios.
[47] En la Tierra, estos ángeles caídos enseñan además los secretos del cielo como la guerra, la herrería y la hechicería.
[48] Según 1 Enoc 10:6, Dios envió al arcángel Rafael para encadenar a Azazel en el desierto Dudael como castigo.
Aun así, el texto da a entender que Mastema es una criatura de Dios, aunque contravenga su voluntad.
La tradición y la teología cristianas interpretaron el mito sobre una estrella naciente, arrojada al inframundo, contado originalmente sobre un rey babilonio (Isaías 14:12) como referido también a un ángel caído.
[77] En la Edad Media se produjo una gran adaptación del material bíblico, en las lenguas vernáculas, que a menudo empleaba formas literarias adicionales, como el teatro, para transmitir ideas importantes a un público incapaz de leer el latín por sí mismo.
Por ejemplo, en la Biblia no se define el fruto que comieron Adán y Eva; la manzana forma parte del folclore.
[80] En algunos relatos rusos, el Diablo tuvo que intrigar para subir a bordo del Arca y no ahogarse.
Orígenes opinaba que Helal-Eósforo-Lucifer, confundido en un principio con Faetón, cayó al abismo como espíritu celestial tras intentar equipararse a Dios.
[96] Aunque su división ontológica en dos reinos diferentes muestra un parecido con el dualismo maniqueo, Agustín difiere en cuanto al origen y poder del mal.
Para restaurar esta armonía, la humanidad necesitaba pagar algo que no debía a Dios.
Como se desprende de la obra de Orígenes Sobre los primeros principios, quienes negaban que la deidad del Antiguo Testamento fuera el Dios verdadero argumentaban que Dios sólo puede ser bueno y no puede estar sujeto a emociones inferiores como la ira y los celos.
[116] Dentro de tal cosmología monista, el mal era considerado como una deficiencia sin existencia ontológica real.
Así, el diablo se convirtió en la entidad más alejada de Dios, como lo describe Pseudo Dionisio Areopagita.
Entre los siglos IV y XII, las ideas cristianas se combinaron con la creencias paganas europeas, creando un vívido folclore sobre el diablo e introduciendo nuevos elementos.
Para apoyar su argumento, Gregorio parafrasea partes del Antiguo Testamento según las cuales Dios envía un espíritu maligno.
Sin embargo, la voluntad del diablo es realmente injusta; Dios simplemente desvía las malas acciones hacia la justicia.
Rechazaban la mayor parte del Antiguo Testamento y se oponían a la Iglesia católica establecida, cuya deidad consideraban el diablo.
Los judíos, las brujas, las herejes y las personas afectadas por la lepra se asociaban a menudo con el diablo.
Tanto católicos como protestantes reformaron la sociedad cristiana cambiando sus principales preocupaciones éticas de evitar los siete pecados capitales a observar los Diez Mandamientos'.
Algunos movimientos reformistas y primeros humanistas rechazaron a menudo el concepto de un diablo personal.
[155] Al abandonar los rituales ceremoniales y la intercesión defendidos por la Iglesia católica, los reformadores hicieron hincapié en la resistencia individual contra las tentaciones del diablo.
Las personas que se entregan al reino del diablo corren el peligro de convertirse en poseídos por sus demonios.
[180][181] El Padre Nuestro incluye una petición para ser librados "del maligno", pero también existen otras oraciones específicas.
La oración a san Miguel arcángel pide específicamente que los católicos sean defendidos "contra la maldad y las asechanzas del Diablo."
Según la tradición cristiana ortodoxa oriental, hay tres enemigos de la humanidad: La muerte, el pecado y Satanás.
A diferencia del cristianismo occidental, el pecado no se considera una elección deliberada, sino una debilidad universal e ineludible.