[5] Aunque en el edicto no se hacía referencia a una posible conversión, esta alternativa estaba implícita.
[10][11] Los historiadores han debatido extensamente sobre si además de los motivos expuestos por los Reyes Católicos en el decreto hubo otros.
[15] Según Joseph Pérez, "los reyes debieron pensar que la perspectiva de la expulsión animaría a los judíos a convertirse masivamente y que así una paulatina asimilación acabaría con los restos del judaísmo.
Asimismo pudieron recuperar todos sus bienes por el mismo precio al que los hubieran vendido.
[20] En Bayona se formó una importante comunidad sefardí, concretamente en el barrio del Espíritu Santo en la orilla derecha del río Adour ya que las autoridades no les autorizaron a instalarse en la ciudad.
De Bayona muchos judíos fueron a Burdeos, una ciudad con un gran desarrollo comercial, donde para poder vivir se hacían pasar por católicos, pero seguían practicando secretamente la fe judaica.
Así fue como surgió el fenómeno del marranismo portugués, porque como hasta 1536 no se instauró la Inquisición portuguesa no tuvieron muchos problemas en seguir practicando su antigua religión –y mantener el castellano como su lengua familiar– y al mismo tiempo utilizar las ventajas que les ofrecía ser cristianos para acceder a determinados oficios, beneficios y empleos.
[23] Sin embargo, hay indicios de que tras las expulsiones hubo judíos tanto en Nápoles como en Roma.
En el novissimo ghetto, uno de los tres con que contó la ciudad en los siglos XVI y XVII, eran donde probablemente vivían los judíos sefardíes.
[25] En principio los sefardíes no se dirigieron al norte de Europa, pero durante la primera mitad del siglo XVI algunos se instalaron en los Países Bajos, primero en Amberes y, tras la rebelión de los Países Bajos contra Felipe II, en Ámsterdam.
Veinte años después comenzaron a construir la suntuosa sinagoga portuguesa de Ámsterdam que se terminó en 1675.
Para algunos los problemas comenzaron durante el viaje en barco, tal como narra una crónica judía del siglo XVI: "Embarcaron confiadamente y se pusieron en marcha.
En la misma Fez en el siglo XVI había dos, con unos mil miembros cada una, todos ellos judíos sefardíes.
Algunos judíos para evitar estas vejaciones se convirtieron al islam, pero siguieron practicando en privado la fe judaica.
La comunidad judía de Orán prosperó y fue cobrando importancia a lo largo del siglo XVI.
Los judíos de Orán embarcaron en una nave genovesa que los llevó a Liorna, donde existía una importante comunidad judía.
[30] Los sefardíes encontraron en el Imperio Otomano "una segunda patria en la que, sometidos a vejaciones y a una fuerte presión fiscal, menospreciados por los turcos, pudieron, sin embargo, seguir practicando su religión, dada la tolerancia de los turcos en materia de creencias.
Muchos pudieron llevar una vida desahogada; se les autorizaba a tener esclavos cristianos, lo cual no era frecuente en aquellas tierras".
Así fue como surgió la primera comunidad judía de América en Recife integrada por casi cinco mil personas hacia 1650.
Por esta razón, la comunidad judía curazoleña apoyó al Libertador Simón Bolívar y a la causa republicana durante la guerra de independencia.