Los romano-británicos inicialmente eran un grupo diverso de pueblos celtas, de habla mayoritariamente británica, que vivían y generalmente peleaban entre sí, que se unieron cuando las tropas romanas comandadas por el emperador Claudio invadieron Britania en 43.
[4] Habiendo sido vencidos y conquistados, las distintas tribus fueron asimiladas en el Imperio romano como la provincia de Britania.
El cristianismo llegó a Britania en el siglo III y una de las primeras figuras fue San Albano, que fue martirizado cerca del pueblo romano de Verulamium, donde hoy se alza St Albans, según la tradición este hecho ocurrió durante el reinado del emperador Decio.
Las principales dificultades eran que estas personas no podían: Aunque para la mayoría de habitantes britanos, que eran campesinos ligados a la tierra, la ciudadanía no alteraba de forma drástica su vida cotidiana.
Algunos de los romano-británicos puede que hayan migrado hacia Bretaña y posiblemente Irlanda.