Al final del período romano, el latín fue desplazado en muchos emplazamientos por el anglosajón antiguo en la mayor parte de Inglaterra durante los siglos V y VI.
[8] Sin embargo, en Gran Bretaña, tras finalizar la ocupación romana a principios del siglo V, el latín fue perdiendo terreno como lengua de uso cotidiano frente al anglosajón y el britónico común.
[12] Es necesario, por tanto, acudir a fuentes indirectas como "errores" en textos escritos e inscripciones regionales.
Son muy interesantes las inscripciones de particulares hechas por gente ordinaria, como epitafios y ofrendas votivas, así como tablillas metálicas usadas para invocaciones mágicas.
[15] Jackson se basó en los préstamos latinos presentes en las lenguas celtas británicas,[16] lo que le permitió extraer ciertas conclusiones.