En 1118 murió su tío y él ascendió al trono como Balduino II de Jerusalén.
Una vez que los venecianos decidieron participar, el papa Calixto II les envió su estandarte papal para expresar su aprobación.
[7] Cercaron Corfú, entonces en poder del Imperio bizantino, con el cual Venecia tenía una disputa sobre privilegios.
Entonces la flota veneciana navegó hacia el sur para encontrarse con ella y el dogo Michele ordenó la división de la flota en dos partes; la fuerza más débil iba en vanguardia y la más fuerte escondida detrás[8] con la intención de atraer a la flota enemiga y evitar que arribase a Ascalón.
[9] Los egipcios cayeron en la trampa suponiendo que obtendrían una victoria fácil y quedaron atrapados entre las dos escuadras venecianas en inferioridad numérica.
Unos cuatro mil sarracenos fueron murieron en la batalla,[10] incluido el almirante fatimí, y nueve buques capturados[11] junto con los venecianos, que sumaron a su triunfo la captura de diez buques mercantes en ruta de regreso a Acre.
Esto no gustó a algunos de los cruzados, que querían saquear la ciudad.
[1] Otorgó a los venecianos amplios privilegios comerciales en Tiro, y así se aseguró de que mantuvieran una presencia naval en el Oriente mediterráneo.
Cuando el sacro emperador romano Federico I Barbarroja murió durante la Tercera Cruzada, fue enterrado en la catedral de Tiro.
Los griegos se vieron obligados a abandonar la disputa y confirmar los privilegios comerciales de Venecia.