En principio la crítica de Marx —un documento titulado «Glosas Marginales al programa del Partido Obrero Alemán»— solo fue conocida por un estrecho círculo de dirigentes y la obra no se publicó hasta 1891.
Karl Marx y Friedrich Engels, a los que no se les dejó intervenir en las conversaciones, manifestaron su rechazo al documento —«ni Marx ni yo podríamos adherirnos jamás a un nuevo partido edificado sobre semejante base», escribió Engels en una carta a August Bebel, uno de los dos líderes del SDAP—.
[3][4] Marx consideraba que el SDAP tenía que haberse limitado a establecer una alianza con la ADAV y haber renunciado a la formación de un nuevo partido unificado.
Insinuaciones malignas pueden ser vertidas contra todos y contra todo, pero, en conjunto, la impresión que produjo entre los adversarios fue de completa perplejidad ante esta implacable autocrítica, y el sentimiento de ¡qué fuerza interior debe tener un partido para poder permitirse tales lujos!
Además en una sociedad comunista, carecía de sentido porque en ella «los productores no intercambian sus productos» y «el trabajo invertido no se presenta aquí, tampoco, como valor de estos productos, como cualidad material poseída por ellos, pues ahora, en contraste con la sociedad capitalista, el trabajo individual no forma ya parte integrante del trabajo común indirecto sino directamente».