El corego (griego, χορηγός, khorêgós) es, en la Antigua Grecia, un ciudadano (o un meteco) encargado de organizar a sus expensas un coro y los figurantes para una representación teatral.
Se trata en el origen de sustentar a 12 coreutas, después 15 para la tragedia, 12 para el drama satírico y 24 para la comedia.
Por tanto, no parece que la antidosis (procedimiento para designar a otro ciudadano estimado más rico), haya existido en este caso.
Ser corego era en efecto un gran honor, y es probable que algunos fueran voluntarios.
El corego cuyo poeta había triunfado era coronado en el teatro, con el mismo título que el autor, y su nombre figuraba en la lista de vencedores.