La cuenta convencional adaptada mide los impactos sobre el medio ambiente en términos monetarios.El objetivo principal de esta contabilidad es ayudar a entender y gestionar las relaciones entre los objetivos económicos tradicionales (por ejemplo el crecimiento, el beneficio o el aumento de la facturación) y los objetivos medioambientales (por ejemplo la lucha contra el calentamiento mundial, la preservación del entorno, su restauración o su mejora).Esta contabilidad también aumenta la disponibilidad de información importante para analizar políticas, especialmente cuando se pasan por alto aspectos vitales.La fórmula de la contabilidad ambiental en este ámbito es:EDP = Exportaciones Netas + C + NAp.En esta línea destaca la literatura que analiza las externalidades y costos relacionados con la protección ambiental.Por ejemplo, entre 1973 y 1982 los Estados Unidos establecieron una normativa anticontaminación más estricta, la cual llevó a una disminución del 0,09 % anual en el crecimiento de la producción nacional.El resultado indicó que esta normativa redujo la renta nacional bruta un 0,19 % anualmente.Sin embargo se han cuantificado, por un lado, los daños de la contaminación.Por otro lado se han cuantificado los Servicios del ecosistema (aire para respirar, agua para beber, alimentos, etc.): la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) los cifra[11] en 125 billones de $.Durante la mundialización y la rápida expansión del mercado internacional, quienes formulan las políticas estadounidenses se han dado cuenta de la importancia de lo que está ocurriendo en otros países.Los sistemas de contabilidad nacional que incluyan los recursos medioambientales y naturales podrían proporcionar información útil durante las negociaciones sobre los compromisos de las naciones para restaurar o mantener el capital natural.Sin embargo el vaciado no es toda la contabilidad medioambiental; la contaminación es otro factor empresarial que casi nunca se contabiliza específicamente.En los últimos años, la preocupación por el medio ambiente ha sido un factor importante en las decisiones de las empresas, no solo por la responsabilidad social que tienen frente a la comunidad, sino también porque las leyes ambientales las obligan a mantener índices de contaminación bajos, leyes que, si no son respetadas, conllevan altas multas que van en demérito de la empresa..[14] La contabilidad medioambiental ayuda a que las empresas promuevan un futuro sostenible al traer a colación la contratación pública verde (llamada también contratación sostenible, que no tiene que ser necesariamente pública: cualquier empresa privada puede también aprovisionarse de modo sostenible) y la investigación y desarrollo con finalidad medioambiental.[15] Actualmente el término de ecoeficiencia se ha vuelto común en el lenguaje empresarial.La ecoeficiencia complementa y apoya al esfuerzo de las empresas por lograr un desarrollo sostenible (esto es, satisfacer las demandas actuales sin sacrificar la posibilidad de que futuras generaciones puedan satisfacer las suyas).